Siempre se ha desconcertado al hombre la injusticia del mundo que lo rodea , porqué? Se ha peguntado en todos los tiempos y todos los lugares y esta pregunta es tan antigua y tan reciente como la última noticia, porque mueren jóvenes algunos santos? Halla justificación a nuestros ojos la enfermedad de un asesino? Pero porque aflige la misma calamidad a los niños? Nos parece muy natural la desgracia en la vida de un infiel, pero como cohonestarla en la de un creyente? La Biblia nos da la respuesta.
Empieza por recordarnos que los buenos padecen a menudo porque Dios en cuanto naturaleza no hace distinciones ("el hace nacer el sol sobre buenos y malos, y llover sobre justos y pecadores") este es un mundo de normas y orden, donde todos estamos sujetos a la ley de Dios, prescindiendo de que seamos o no virtuosos, los buenos están tan expuestos como los malos a contraer una enfermedad contagiosa. Y la costalada que reciben cuando resbalan y dan con sus huesos en el duro suelo es tan fuerte en unos como en otros si no fuera así el mundo sería un lugar ilógico y regido por el capricho.
Para que reine el orden en la tierra es menester que los buenos vivan gobernados por las mismas leyes físicas que los malos, salvo que los buenos poseen una fe y una fortaleza espiritual que les permiten vencer al destino y a la adversidad.
La Biblia nos muestra también que en ocasiones los buenos padecen porque no atemperan la bondad con otras cualidades necesarias en la vida (por tanto habéis de ser prudentes como serpientes y sencillos como palomas) En su parábola del mayordomo infiel, Jesucristo da a entender a sus discípulos que acaso padecerían menos si tuvieran tanta previsión como fe, tanto realismo como idealismo, tanta diligencia como espiritualidad. Podemos ser tan buenos como el oro cernido y sin embargo caer en la pobreza si no trabajamos y ahorramos.
Con harta frecuencia los buenos padecen porque no acompañan sus oraciones de la debida prudencia.
Además, la escritura nos enseña constantemente que los buenos padecen porque el sufrimiento es uno de los medios más seguros y eficaces de que se vale Dios para sacar a la luz lo mejor de nuestro ser. Recordemos como San Pablo enfermo en su carne, descubrió que cuanto mayor era su debilidad mayor era su fuerza, el sufrimiento hace brotar en nosotros esas virtudes de estirpe divina que son el amor, la paciencia y la compasión, Sin el sufrimiento la vida sería un fenómeno mecánico de naturaleza puramente animal, quien conozca el dolor no caerá en el engreimiento.
Y lo que importa más: el sufrimiento es el agente de que se sirve Dios para mejorar la condición de nuestro mundo. Si padecieran solamente los malos, se nos encallecería nuestro corazón y diríamos "¡Bah, bien merecido se lo tenían!"; Pero si vemos sufrir a los buenos exclamamos: "No debiera ser" nada nos hace más generosos cuando se trata de dar de nuestro óbolo para la lucha contra el cáncer que la vista de los estragos que causa el terrible mal entre los huesos.
Nuestro mundo avanza desde el oscuro fondo del caos, de la barbarie y de la imperfección hacia una meta suprema. El sufrimiento de los buenos siempre ha sido un factor importante en la elevación moral de nuestra especie, se he necesitado de muchos mártires, que millones de seres humanos mueran en la guerra, a causa de enfermedades como la artritis, la tuberculosis, la parálisis, para que nos decidiéramos hacer frente a la injusticia y la enfermedad con nuestro dinero, nuestro cerebro y nuestra sangre.
Ojalá no fueran tan ciertas como son conmovedoras las palabras de Cyrus Bartol acerca del sufrimiento: "cuantos dolores y cuantas lágrimas ha costado cada paso por la senda del progreso , cada milímetro está santificado por el sacrificio de una alma noble , la humanidad ha ido dejando en cada uno de los hitos de su marcha hacia el bien la huella de sus pies ensangrentados".
Autor: Dr.Robert Youngs
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