Los cristianos nos movemos normalmente a partir de la experiencia maravillosa de saber que Dios es el que nos llama, entonces interpretamos que en nuestra vocación hay una urgencia del Reino de Dios. Sabemos que somos parte de una realización, de un proyecto, y que hay algo interior que urge, que impulsa, eso nos lleva a seguirle.
Encuentro de Padres en el Espiritu
sábado, 10 de septiembre de 2011
VOLVER A PARTIR DE DON BOSCO CAMINO AL BICENTENARIO
Es indispensable contemplar a Don Bosco, amarlo, conocerlo e imitarlo, para descubrir sus motivaciones más profundas y atrayentes, aquellas de las que sacaba la energía que le hacía trabajar por los jóvenes incansablemente; sus convicciones más sólidas y personales, que lo llevaban a no echarse atrás, que, más bien, lo hacían fascinante y convincente; sus objetivos definidos y claros, que le hacían ir adelante, con una sola causa por la que vivir: ver felices a los jóvenes aquí y en la eternidad.
Don Bosco sintió el drama de un pueblo que se alejaba de la fe y sobre todo sintió el drama de la juventud, predilecta de Jesús, abandonada y traicionada en sus ideales y en sus aspiraciones por los hombres de la política, de la economía, acaso también de la Iglesia.
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